A menudo olvidamos que la salud empieza por nuestros pies, y en cuanto a niños y niñas se trata, debemos darles aún más importancia, pues hablamos de una parte en constante crecimiento sobre la que se sostiene el desarrollo locomotriz de los pequeños.

Pero entre tanta variedad, colores y formas… ¿cuál es el más adecuado? ¿Qué debemos tener en cuenta a la hora de decantarnos por uno u otro? En este artículo os contamos las pautas a seguir para afinar el tiro con la elección del calzado de nuestros hijos.

Para comenzar, debemos tener en cuenta que cada etapa de crecimiento necesita de unas características específicas. Uno de los errores más comunes que comenten los padres es creer que solo existen el calzado infantil y el calzado adulto. Nada más lejos de la realidad. Los zapatos que debe usar a los 7 meses no es el mismo que usará a los 10.

 

Gateo

gateo

En la fase de gateo lo ideal es que lo haga descalzo para fortalecer sus extremidades y desarrollar su percepción del entorno, sin embargo, esto no siempre es posible debido a que debemos protegerles del frio, la humedad y posibles lesiones.

Por tanto tenemos que elegir un calzado lo más flexible posible, con acolchado lateral, materiales blandos y transpirables, y una suela con adherencia para evitar resbalones. Para comprobar la flexibilidad, debemos poder doblarlo de punta a talón con una sola mano sin dificultad. Imprescindible que aíslen del frío y, por supuesto, sean cómodos para ellos.

 

Primeros pasos

primeros pasos

Cuando los niños empiezan a dar los primeros pasos, el protagonismo de los zapatos es mucho mayor. Es conveniente que sean ligeros para que su musculatura no se resienta por ese peso extra que pueda además lastrar su capacidad de desplazamiento.

Los materiales deben ser tolerantes al crecimiento del pie. No olvidemos que debe ser el zapato el que se adapte al tamaño de la extremidad y no al revés. Debemos rehuir de los zapatos acabados en punta que puedan oprimir el empeine o lo dedos. Mejor redondeados.

Obligatorio las suelas antideslizantes con un refuerzo en el tacón o «zona de frenado» para impedir caídas. Ni qué decir tiene que evitemos los materiales tóxicos. Debemos asegurarnos de que cumplen las normativas de seguridad.

 

Jugar fuera y hacer deporte

jugar

Cuando los pequeños comienzan a caminar fuera de nuestras cuatro paredes, se encuentran con una gran variedad de superficies: hierba, tierra, asfalto, piedra… por tanto, el contexto es importante.

Los materiales deben ser resistentes y aguantar la fricción, el desgaste y los golpes, con amortiguación de impactos, pero sin renunciar a la transpiración que mantengan ventilado el pie y a la comodidad.

El calzado debe proteger pero no cambiar la postura o la forma de caminar de nuestro hijo. Si notamos que varía a cuando camina descalzo, es mejor descartar ese zapato. De nada nos sirve evitar los daños externos si internamente estamos causando lesiones y dificultamos su desarrollo motriz y la correcta formación del arco plantar.

Fotos: freepic.diller y senivpetro

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